Los
padres somos los que podemos ayudar a nuestro hijo, mejor que nadie.
Somos
los que más lo conocemos y no podemos acomodarnos y pensar que
siempre todo va bien, porque no es real.
Observarlo
es lo que nos puede decir como se encuentra nuestro hijo. Hay que ver
de qué humor llega del colegio, cuales son sus amigos, con quien se
pelea o enfada, cambios de humor, una repentina falta de respeto,
cambio de comportamiento, empeoramiento en las notas, todo es
indicativo de que nuestro pequeño está pasando por algo, quizá sea
parte del ciclo natural de su edad y quizá no.
El
maltrato en los colegios es, por desgracia, habitual, pero no debemos
verlo como tal, sino como un fallo en la educación que hay que
cambiar. Un comportamiento que se repite a lo largo
del tiempo y busca hacer daño, destruir, contrariar y humillar, no podemos catalogarlo como 'cosa de críos', es un maltrato en toda regla. El maltrato no es solo el daño físico, también es la intimidación psicológica,
insulto verbal, rechazo social. Y siempre repercute en el comportamiento de la víctima, por ello es tan importante la observación.
Los
niños que pasan por esta traumática experiencia sufren una gran
inseguridad.
Su
comportamiento cambia, unos se sienten ansiosos, reaccionan de manera
agresiva y desafiante. Otros, sin embargo, sufren en silencio el
ataque del agresor.
No
cometamos el error de pensar: 'Sí del colegio no llegan quejas, todo
está bien'.
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